dimarts, 9 de setembre del 2008

Salta y Jujuy. Otra Argentina

Enfilamos el quinto mes de viaje y ya van apareciendo síntomas de cansancio. Al contrario de lo esperado, el agotamiento se constata en las cosas más materiales, mientras que nosotros, seguimos manteniendo, erre que erre, la misma ilusión, aunque nuestros zapatos o pantalones empiecen a decir basta de tanto ir y venir. Últimamente, en las ciudades o pueblos donde llegamos, primero buscamos un lugar donde dormir y una tienda para comprar comida, pero a continuación nos interesamos por el zapatero o la costurera más cercana, dónde podemos comprar cordones, dónde se encuentra la lavandería más económica o dónde nos pueden arreglar un reloj... Este otro cansancio, el material y no el humano, es para nosotros como un reloj de arena, que nos marca un tiempo que se acelera progresivamente y al que tenemos que vigilar constantemente para que no se nos vaya de las manos.

Al dejar Buenos A
ires lo hacíamos con tristeza, incluso con alguna lágrima, de lo que fue y ya nunca volverá a ser. La Carretera nos llamaba otra vez a la puerta y debíamos corresponderla. Nuestro horizonte era Bolivia y luego Perú, con culturas y realidades distintas a las que hemos vivido hasta ahora. Esta perspectiva era un claro cambio de escenario para nosotros, a muchos niveles, y queríamos adaptarnos poco a poco. Por eso nos dirigimos en autobús (y venga horas de bus) al Norte, a Salta, una ciudad de la que nos habían hablado muy bien, pero que mirábamos con recelo después de algunos fiascos en cuanto a las ciudades argentinas.

En el colectivo que nos llevaba conocimos a Álvaro. Un joven murciano, de 19 años, que está instalado en Buenos Aires como voluntario de la UE
. Inesperadamente, suponemos que tanto para él como para nosotros, pero así son los viajes, nos convertimos en compañeros de ruta durante la semana que hemos estado visitando tanto Salta como Jujuy. Compartir con él este tramo nos ha revelado dos cosas claramente. La primera es que nos hemos convencido de que cuando teníamos su edad éramos unos auténticos empanados, aunque creemos que ahora tampoco estamos mucho mejor. La segunda, que Joan se va haciendo mayor y no quiere darse cuenta o se hace el sordo - algo habitual en él - por que durante los últimos días lo han confundido con el padre de Álvaro. En cualquier caso, juntos nos lo hemos pasado muy bien y esperamos repetir en el futuro.

Durante estos días hemos recorrido la otra Argentina, seguramente la que menos presente se tiene cuando pensamos en ella, pero que tiene tantos atractivos o más que las rutas más conocidas. Una Argentina que a medida que te a
dentras en su Noroeste se convierte en más indígena, más seca y árida. Es radicalmente distinta y esa diferencia aún enriquece más la visión que nos llevamos de este rincón del mundo. Es donde empieza la Pachamama y su ceremonia, que pudimos contemplar de la forma más inesperada y auténtica el día 30 de agosto, mes en el que se ofrece a la Madre Tierra todo lo que nos ha dado para que no nos lo quite y nos brinde más el próximo año. Esta ceremonia es fruto de una mezcla de ritos católicos, aborígenes e incas y destaca por las ofrendas que se realizan a la Tierra. Hojas de coca, cigarrillos encendidos, refrescos de cola, maiz, locro (plato típico norteño), estofado, vino, otras bebidas alcohólicas y un sin fin de productos en ofrenda que se echan en un hoyo cavado en el suelo y frente a un rústico altar. Todo esto mezclado con oraciones católicas, Padres Nuestros, Aves Marías... Un ”poti-poti” de lo más curioso al que nos ofrecieron participar pero, por respeto a nuestro agnosticismo, rechazamos con múltiples agradecimientos.

Durante estos días, hemos conocido Salta, una ciudad muy agradable que permite introducirte progresivamente a esta zona del país así como a la cercana Cafayate, pequeño pueblo vitivinícola situado en los valles Cachalíes y donde hacen vinos de altura, no por su calidad, que deja bastante que desear, sino por la altitud a la que están plantadas las vides. Seguimos hacia el Norte, instalándonos en Tilcara, ya en Jujuy, para visitar la Quebrada de Humahuaca , un lugar, como diría un “Che” argentino, relindo. Un valle angosto, bordeado por cerros de múltiples
colores y dónde se pueden observar los cactus más grandes del mundo. Las leyendas de la zona cuentan que los argentinos vencieron a los españoles, a principios del XIX, gracias a que vistieron a dichos cactus como soldados, formando un enorme e inmóvil ejército que intimidaba a las tropas enemigas.

En Tilcara empezamos a adaptarnos a la altura, al estar situada a más de 2500 metros, con el objetivo de evitar el soroche (mal de altura) en nuestro paso por el altiplano andino. Desde allí, visitamos las salinas grandes, un salar a 3500 metros de altura que sirvió de aperitivo para lo que esperamos ver más adelante y dónde nos hicimos fotos de lo más estúpidas. De regreso, y después de ascender a 4100 metros, paramos en Purmamarca, un pequeño pueblecito donde se puede observar el Cerro de los 7 colores, un atractivo más turístico que real, puesto que en la zona de la Quebrada hay distintos cerros parecidos pero no son tan fotogénicos. Allí, en un restaurante sin nombre, ni clientes, conocimos a Humberto el Uno, alias el Gigante (suponemos que por lo alto que es en relación a unos conciudadanos bastante más chiquitos). Con él compartimos vino, charla y la sensación de que hacia tiempo que estaba en otra dimensión. Fue un encuentro fugaz, del que queda una fotografía que le mandaremos por correo tal y como nos solicitó, aunque lo más seguro es que cuando llegue nuestra carta ni se acuerde de nosotros.

Al final, y como muchas veces nos pasa, quisimos alargar más nuestra estancia en la zona p
ero fue imposible cambiar la fecha de nuestro billete de autobús hacia San Pedro de Atacama (Chile). Nos levantamos a las 5 de la mañana (en estos momentos te acuerdas de tu cama en Barcelona) para realizar un trayecto de 12 horas en autobús por un carretera que cruza los Andes y que en gran parte del trayecto queda suspendida a unos 4000 – 4600 metros de altura. ¡Espectacular! Hubo algún desmayo y una madre coraje, que acompañaba a un grupo de jóvenes músicos de San Salvador de Jujuy, se dedicó a repartir inhalaciones de alcohol etílico para levantar el ánimo de la tropa. Nosotros, gracias a nuestra, breve pero útil, adaptación en altura y a las maravillosas hojas de coca lo superamos sin más problemas, pese a los amagos hipocondríacos de Joan cuando vio que un chico caía redondo.

Dejamos Argentina por el paso de Jama con la sensación de haber conocido gran parte del país y con un nuevo amor eterno al que seguro volveremos a reencontrar: !Buenos Aires!

Fotos:





2 comentaris:

Marc ha dit...

Hola parella,
Ja fa 5 mesos que vau marxar??!!???
Mare meva com passa el temps... Jo hagués dit 2, màxim 3 mesos...

Per BCN (o IO) tot segueix igual. Com sempre. Encara fa una mica de sol, i hi ha qui aprofita per fer platja, però en general tot igual.

Ahir va ser la diada, i l'han anomenat la Diada del finançament. En fi, que sembla que quan torneu Catalunya tindrà un finaçament com mai...

Bé, us deixo, no sense abans dir-vos que m'he pixat de riure amb el tema de l'edat del Joan... Ja veig que als argentins els hi falta mooolta educació! Estic preparat. ;-)

una abraçada,

Marc

Unknown ha dit...

Bueno, bueno!!!
Aixó és massa, ojala no em fessin tanta por els avions. Però anar amb vaixell a Argentina em sembla una mica fora d'època, doncs de segur vindria!!!!!!!!!!!!
Por la boca muere la dorada.
Ara us toca l'alçada.
Joan com portes el tema vertigen???
M'ha fet morir de riure que et confonguin amb el pare de l'Àlvaro(?), per a tu l'edat tampoc perdona, je,je,je.
I també m'ha fet molta gràcia el teu hipocondiisme, sigh!.
Per aqui tot va.
Molt bé l'article del papà del Josep Maria Soria, molt emocionant.
Des de Corsega que no m'emocionava tant.
Per cert quins espedats, m'han quedat els ulls amb les pupiles dilatades i les parpelles sempre obertes, tipus Homer Simpson al DragonKan o l'estampida. Acollonant i molt bonic. Repetirem.
El meu frances cada dia millor, sobretot el corsi. Diuen vuitanta en comptes de la xorrada de catre vint o noranta per catre vint dis.
Bé prou de bestieses i un petó molt gran pels dos.
See you later.
Mercè, la invisible.